29th May 2022
Dr. Alejandro Pastrana
Le agradecemos sinceramente al Dr. Alejandro Pastrana este artículo introductorio acerca de la vida diaria de los antiguos mineros de obsidiana. Doctor en arqueología, pionero en la investigación geo-arqueológica de los yacimientos de obsidiana en México, sus investigaciones se han centrado desde 1980 hasta el presente en la explotación minera, la talla y la distribución de la obsidiana en la Mesoamérica Central. Desde 1974 es investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia, México.
Introducción
A partir de las investigaciones realizadas en la Sierra de Las Navajas a lo largo de 40 años, sobre el trabajo de la explotación minera de la obsidiana verde, para el suministro de este vidrio volcánico de las culturas más poderosas (desarrolladas) de la Mesoamérica central, como lo fueron Teotihuacán, Tula y la Triple Alianza de Tenochtitlán, Texcoco y Tacuba; hemos recopilado una serie de información fragmentaria sobre la vida la cotidiana, los conocimientos, los principales objetivo del trabajo entorno a la extracción minera, el trabajo de talla, del transporte y la permanencia o habitación en este particular yacimiento, que se ubica en un frío y húmedo bosque entre los 2 500 y 3180 msnm.
Para la difusión pública de esta información geoarqueológica y etnohistórica importante por su contenido temático, tratamos de estructurar en un “cuento” una serie de datos y experiencias en torno a un proceso de trabajo básico para el desarrollo de la sociedad prehispánica del centro de México para aproximarnos a la mentalidad prehispánica desarrollada en torno al mundo de la obsidiana, como un material natural estratégico por su multifuncionalidad en diversas actividades productivas, comerciales, bélicas y mágico-religiosas. El conocimiento de sus sistemas de explotación, distribución y control a lo largo del tiempo bien podría, reflejar la historia de la lucha por “el poder” en el centro de Mesoamérica.
Cuento “Itzcuauhtli” el niño tallador de obsidiana
Podemos imaginar a las familias de los trabajadores de la obsidiana de Tenochtitlán, sentados en la noche entorno a la hoguera, recomendar y convenir a los jóvenes que serían los nuevos trabajadores de la obsidiana, antes de partir la caminata de 70 km hacia el norte para ir al yacimiento.
El abuelo le dice al joven Itztcuauhtli – águila negra o del color de obsidiana, ve a aprender en el monte: a caminar, a bajar y a trabajar en la mina, en los talleres a tallar navajas, puntas, raspadores, preparar núcleos, a componer tus cargas de itztli, prepara tus alimentos, construye tu cobertizo con ramas y zacatón (foto 2), busca hongos, moras, saca resina - ocotzotl del árbol ocotl, guárdala y siempre trae contigo los palos para hacer fuego y tu hacha de piedra, tu cuerda de ixtli, tu guaje con agua, tu envoltorio con sal, chiles, tortillas y pinole. Tu capa de hojas de maíz, si te enfermas, bebe una infusión de la planta ocoxochitl, que crece en el monte.
Invoca a los dioses del monte Tepeyolotl y Tezcatlipoca, recuerda que el dios Itztli – juez, es también travieso, engaña y juega con la gente, es él que da y quita, él que atrapa a los hombres en su espejo de obsidiana y conoce el devenir y los pecados carnales de los hombres, el sabe que persigues a esa vecina, la chiquilla que se contonea como víbora - coatl cuando va por el agua, cuídala hazla tu mujer hasta que seas hombre y valiente tequihua. Para que no te castigue Tezcatlipoca (foto 4).
En el monte te puede confundir la niebla negra y el eco de la montaña y sus nahuales, si oyes rumores adentro de la tierra, puede ser el corazón del dios del monte - Tepeyolotl, no te distraigas y sigue bien tu camino, fíjate en el musgo de los árboles que viene del NE, donde llega la humedad para que no te pierdas, si hay niebla negra (foto 5), corre a guarecerte pues va a llover o granizar hielo como obsidiana helada, cuídate del rayo que cae en los árboles mojados, usa tu piel de venado que te dio tu tata tu abuelo, no te mojes.
Cuidado con las minas de los antiguos toltecas y teotihuacanos, que se tapan con las ramas y la hojarasca seca, son trampas mortales hondas muy hondas, hay más de 20 veces 20. Si caes será donde nadie te oirá ni te va a encontrar, no pierdas tu bastón, atraviésalo para no caer en los hoyos, para protegerte de las víboras, pero no las molestes que también son diosas; si buscas hongos bajo el ocoxal - hojas de los pinos, no metas la mano, primero el palo (foto cascabel y hongos). Recuerda que la lluvia lava las pintas blancas de los hongos venenosos y aparentan ser de los buenos.
Si cazas con tu arco y flecha para comer y por las pieles, solamente conejos, ardillas, tepescuincles y guajolotes, no oses apuntarle ni tirarle al venado, que es del Huey Tlatoani de Texcoco y de su tío Itzcohuatzin – serpiente de obsidiana, que es el gran tlatoani de Tenochtitlán -, ellos son quienes se reparten a cada uno la mitad de los Itztlis – artefactos de obsidiana, los llevan cargadores de las poblaciones de Epazoyucan, Cempoala, Tezontepec, Tizayuca, Texcoco y Tenochtitlan.
Fíjate donde están los manantiales donde mana agua limpia de la montaña, en donde beben los venados y los coyotes, donde el dios Tlaloc deja manar el agua de la montaña, que canta al arrastrar las piedrezuelas de obsidiana.
La minería
Cuida la bocamina límpiala, ayuda sacar tierra jalando las cuerdas de ixtle, apoyada en un palo limpio pulido de encino o del ocote, que la cuerda no toque las paredes de la mina, que esté bien seca, que no se le peguen las astillas del vidrio y cuando jalas con los demás la tierra de las profundidades (foto 7), si te cortas las manos, aguanta no llores, que abajo están los forzados mineros, no dejes caer nada, después te curarás con telarañas blancas, con piel de maguey, que para la sangre.
En las cuadrillas de los mineros, te enseñarán a bajar sin miedo, pidiendo permiso a Mictlantecuhtli - señor de las entrañas de la tierra y a Quetzalcóatl quienes junto con Tezcatlipoca, sacaron los huesos de los gigantes enfureciendo al señor del inframundo a quien con la boca dentada de obsidiana le arrancó a Tezcatlipoca, el pie hasta el hueso del tobillo, por eso en lugar de un pie tiene un espejo de obsidiana humeante, que es su escudo y símbolo (foto 8).
Obedece y ayuda a los viejos mineros, se ágil y seguro, aguanta el humo de las teas en la mina, abajo es obscuro húmedo frio, respeta a las arañas, a los alacranes, a los cien pies, que son los animales del reino de la obscuridad el Mictlán – inframundo. Acomoda bien tus lámparas tus teas o antorchas, amárrate bien tus cacles de cuero, para no cortarte con la filosa obsidiana, verde rayado para raspadores, verde jaspeada para puntas y cuchillos, verde-amarilla transparente como ojos de víbora para las grandes navajas, para los cetros de los dirigentes y de los sacerdotes, por quienes hablan los dioses a los hombres. Escucha como suena cada color, cada bloque, cada laja, con suerte encontrarás las grandes navajas y espejos que hicieron los gigantes, para ofrendar a los dioses de la mina. Los maestros mineros te enseñaran a conocer la obsidiana maciza, sin fracturas, ni pintas, ni manchas, esa que se saca de las entrañas de la madre tierra, especialmente para tallar y pulir con brillos dorados.
Excavarás con palos duros de encino colorado tallados y raspados y alisados con navajas y lascas de obsidiana, con astas de venado, con picos de piedra, a sacar tierra en cestos de tule, de carrizo tejido, reforzados con cuero (Fotos mineros exposición), esos que traen de la fortaleza de Tulancingo - el lugar de las cañas, donde hay antiguos lagos, camino a la tierra caliente, donde viven los totonacos y los huastecos, que son nuestros renegados vasallos.
Aprende a buscar y formar tus picos, martillos y percutores de piedra rosa o café (foto 10), para tallar la obsidiana y escuchar su sonido. De piedra negra dura, para hacer tus redondos martillos y partir los grandes bloques.
No trabajes mojado pues te herirás las manos con las astillas que se pegan y puedes tener peligrosas cortadas si se te resbala los pesados bloques de orillas cortantes. No excaves en la tierra húmeda, pues se te atascaran tus instrumentos en el lodo y no avanzarás en encontrar los buenos Itztetes – piedras de obsidiana. Trabaja en tierra seca, dura, maciza de la que no granea, no por trabajar menos, no excaves donde oyes eco puedes encontrar los túneles de los teotihuacanos, de los toltecas, se te puede vaciar la tierra de sus rellenos y puedes perturbar Mictlantecuhtli.
Fíjate como el capataz de la mina, llevaba sus conteos de los trabajadores, de los días, de las cargas de obsidiana, a el le daban de comer sus mujeres, comida fresca y recién hecha, no como los mineros que comían recalentado, mixiotes, tamalis y tortillas hechas en sus pueblos cercanos, como Epazoyucan y Tlaquilpan y podían beber octli - pulque bien fermentado, no como los otros, que nada más un poco de aguamiel, para que tuvieran fuerzas para el duro y sagrado trabajo.
En los talleres…
Aprende a tallar con talento, empieza con obsidiana de mala calidad, conoce sus defectos, sus fracturas internas, su hilo en donde mejor se parte, no desperdicies la obsidiana de buena calidad y sonido bonito, que tanto trabajo cuesta encontrarla y sacarla de las profundas minas.
Aprende a hacer navajas, aunque primero sean cortas y chuecas, con la practica serán grandes rectas y filosas, de esas que cortan dulcemente la carne, serán tan largas como las que los maestros talladores reales, saben hacer para los grandes sacrificios y ofrendas de sangre para nuestros dioses, para que el sol no deje de caminar (fotos 14). Fíjate como tallan los viejos maestros, los que hacen las puntas, los cuchillos, los pulidos espejos, bezotes y orejeras, observa sus piedras con las que golpean y raspan, como las sacan de los núcleos con bastones de madera dura y como afilan las puntas y cuchillos con puntas de hueso y de hasta de venado.
Y cuando seas maestro tallador de navajas - Itzchihuque de estirpe de la obsidiana, maestro minero, maestro tallador, maestro embalador y cargador y conocedor del monte, entonces podrás dirigir donde se abren las minas y cuando cerrarlas por peligro de derrumbe, donde buscar los buenos Itztetes – piedras de obsidiana, con las que, cortamos la carne, raspamos el maguey, tallamos la coa, cortamos el ixtle, hacemos nuestros macuahuitls, los arcos, las puntas de las flechas, las puntas de los dardos, los espejos de los dioses, las orejeras y bezotes de los sacerdotes y de los altos tequihuas - guerreros, las lancetas con las que damos sangre y nos perforamos las pantorrillas y las orejas.
Entonces entenderás el valor de los toltecalitztlis – obsidianas de los maestros, verdes como el jade - Xoxouhqui itztli, verdes como el chalchihuitl – piedras verdes, que es nuestro símbolo y sustento de nuestro imperio, que nos heredaron, los toltecas de la gran Teotihuacán – ciudad de los dioses.
Tu destino por la fecha y familia en que naciste, te convertirás en Maestro tallador de los bellos cuchillos y puntas, de las rectas y afiladas navajas para los macuahuitls de los valerosos guerreros, que son las espadas de madera con filos de obsidiana. Conformarás y pulirás con paciencia y arte los artefactos de obsidiana que los sacerdotes de Huitzilopochtli y de Tlaloc, ponen en las ricas ofrendas de las pirámides del Templo Mayor.
Tu destino es ser el dirigente de un Tlacochcalli – casa de las armas, porque la noche en que naciste, había fuertes rayos y truenos pues los dioses estaban tallando en los cielos grandes cuchillos de obsidiana, anunciando tu destino que un sacerdote vio reflejado en el espejo de Tezcatlipoca, cuando regreses del Itztepec – cerro de las navajas, en un año, te contaré lo que vio el sacerdote del espejo de obsidiana…
(Para las fuentes de las imágenes, ver la versión en inglés...)
Dr. Alejandro Pastrana