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Academic article... not particularly suitable for younger readers

La muerte de Moctezuma (1)

La muerte de Moctezuma (1)

Professor Patrick Johansson at the British Museum 2009

We are hugely indebted to our Experts Panellist and good friend Professor Patrick Johansson - Researcher in Pre-Columbian History, Institute of Historical Research, and Professor of Nahuatl Literature, Faculty of Philosophy and Letters, National University of Mexico (UNAM) - for this deeply insightful article written specially for us on the controversy surrounding the tortured question of Moctezuma’s death. We’re delighted to be able to offer it in both Spanish and English versions...

La personalidad de Moctezuma y las circunstancias de su muerte han sido desde los primeros años de la colonia un tema de tergiversaciones y polémicas entre los cronistas de la conquista y más generalmente todos cuantos se interesaban a la historia precolombina de México. Entre otras cosas, se buscaba establecer verazmente si Moctezuma era un cobarde o la víctima de trágicas circunstancias históricas y si lo habían matado sus coterráneos o había sido asesinado por los españoles. Muchos son los documentos y los testimonios que abogan por una u otra versión sin pruebas fehacientes, dejando el investigador perplejo o llevándolo a un razonamiento especulativo teñido de subjetivismo.
Todo parece indicar que la verdad no podrá establecerse exclusivamente a partir de los datos controvertidos de la historia y que la indagación tendrá que tomar en cuenta no sólo la voz indígena de los que estuvieron en la contienda sino también algunos nexos específicos de su cognición, y la estructuración mítica de su memoria.

En efecto, lo que “fue” y lo que “debe haber sido” se funden en un crisol mítico para forjar la verdad indígena, nelliztli, verdad arraigada, como lo indica la filiación etimológica de la palabra náhuatl para “raíz”: nel-huayotl, en lo más profundo de este ser. En esta “transmutación” mitológica de la historia, se modifican las relaciones causales que determinan los hechos para que se adecúen a la lógica narrativa propia del mito. Se subliman algunos elementos, se omiten otros hasta que se logre el “ajuste” de los que fue con lo que debió ser.
En el caso de Moctezuma, además de testimonios contradictorios y de relaciones históricas divergentes, contamos con dos textos a carácter mítico de vital importancia para poder vislumbrar, aunque de manera difusa, una verdad sino la verdad, ya que los criterios que definen esta noción, son relativos al pensamiento y la sensibilidad que los genera. El primer mito, referido en los Anales de Cuauhtitlan, evoca la muerte de Huémac y el fin del imperio Tolteca. El segundo, en el cual Moctezuma interviene como personaje principal, es aducido en las historias de tres cronistas: fray Diego Durán, Hernando de Alvarado Tezozomoc, y Francisco Cervantes de Salazar. Remite a su vez a otro mito tolteca con el cual establece una relación isomórfica que lo vincula con lo más profundo y por lo tanto más auténtico de la sabiduría indígena.

Si bien este último mito expresa lo que la colectividad indígena quizo que fuera la muerte de Moctezuma, en el sentido más profundo y estructurante de este anhelo de composición, también contiene hilos históricos que se pueden desembrollar a partir del complejo tejido mítico y que podrían ayudar a comprender lo que pasó realmente, en el sentido occidental del concepto que entraña este adverbio.
Este artículo no aludirá por lo tanto sólo a los hechos que ocurrieron entonces y determinaron la muerte del tlahtoani mexica, sino también, en términos más difícilmente aprehensibles para el pensamiento occidental pero no por eso menos reales, a la muerte que hizo suya, su muerte y por extensión a la muerte indígena que debía prevalecer en estas circunstancias.

1. Las versiones “históricas”

Como consecuencia de la masacre perpetrada por Pedro de Alvarado (en ausencia de Cortés) cuando realizaban rituales dancísticos correspondientes a la fiesta Toxcatl, los mexicas se sublevan contra los españoles. De regreso a México, Cortés pide a Motecuzoma que suba a una azotea para calmarlos. El resultado es una lluvia de piedras e insultos que hieren al infortunado gobernante indígena. Según el propio Cortés fue una de estas piedras la que provocó, algunos días después, la muerte de Motecuzoma.
El cronista Cervantes de Salazar añade a la herida física una herida moral que motivó a Motecuzoma a rechazar cualquier atención médica y dejarse morir:-

Jamás consintió paños sobre la herida y si se los ponían quitábaselos muy enojado, procurándose y deseándose la misma muerte.

El dominico fray Diego Durán aduce otra versión de lo acontecido: una versión indígena “leída” en un documento pictográfico, según el cual los españoles habrían apuñalado al tlahtoani junto con otros principales mexicas al salir apuradamente de México. Asimismo el cronista mestizo Alva Ixtlilxochitl confirma esta versión indígena de los hechos:-

Los españoles dicen que murió de una pedrada que le dieron los suyos, y los naturales dicen que Cortés y los suyos una noche le metieron una espada por las partes bajas.

Una tercera versión, también indígena, aunque menos difundida, es que Motecuzoma hubiera sido garrotado por los españoles antes de su huida:-

“En (el mes) tecuilhuitontli los Españoles mataron a Moteuhcçomatzin. Lo estrangularon cuando se fueron, cuando huyeron de noche los Españoles”.

Esta misma fuente indica que Cacamatzin rey de Tetzcuco e Ytzcuauhtzin, general y gobernador de Tlatelolco fueron también estrangulados por los Españoles.

Ahora bien, más allá del dato histórico, cada una de estas modalidades de muerte definía un destino post mortem distinto. El apedreamiento (con el deseo suicida de dejarse morir o no), la muerte infligida por un arma cortante, o el hecho de ser estrangulado tenía implicaciones escatológicas relevantes en el contexto cultural náhuatl prehispánico que se expresaban además mediante variantes ceremoniales en las exequias.
En el Códice Moctezuma, una imagen muestra al rey mexica en la azotea de un palacio, exhortando a sus súbditos a deponer las armas. El tlahtoani está sujetado por un español mediante una cuerda que le ciñe el cuello. Si bien en este contexto la cuerda debe impedir que Motecuhzoma huya o se precipite al vacío desde la azotea, recordemos que, en la iconografía tradicional mexica, una cuerda en el cuello significa inconfundiblemente “estrangulación”.
Frente a Moctezuma figura un indígena en taparrabo, atravesado por una espada. La yuxtaposición de las dos escenas podría haber suscitado una interpretación errónea y hecho creer que dicho personaje era el mismo Moctezuma.

2. La reconstrucción “mito-lógíca” de los hechos.

Cualquiera que haya sido la muerte real de Motecuzoma, durante los escasos cincuenta años (más o menos) que separan el hecho de la recopilación de los textos aducidos, una verdad más afín al pensamiento y a la tradición indígenas se urdió.

2.1 Los presagios del fin.
Muchos son los portentos, presagios y augurios retrospectivamente adecuados a la situación que anticipaban la muerte de Moctezuma y el derrumbe del imperio mexica. El rey “nigromante” de Texcoco, Nezahualpilli fue un día a visitar a Moctezuma y le dijo:-

...debes estar avisado y advertido y con mucho cuidado, porque yo he alcanzado por cosa muy verdadera que de aquí a muy pocos años, nuestras ciudades serán destruidas y asoladas; nosotros y nuestros hijos, muertos y nuestros vasallos, apocados y destruidos. Y de esto no tengas duda.

La profecía de Nezahualpilli dejó el tlahtoani mexica “muy afligido y temeroso” y determinó a partir de entonces lo esencial de su comportamiento. Otro día apareció un cometa en el cielo lo que el mismo Nezahualpilli interpretó como una señal de una futura catástrofe.

2.2 Los hechos se alinean sobre el prototipo.
A la vez que se va alineando lo que fue sobre lo que debe haber sido, de manera “retro-spectiva”, una multitud de detalles históricos se modifican para integrarse a la trama mitológica que se va urdiendo. En el caso referido citemos, por ejemplo, la fecha del nacimiento de Motecuzoma, desconocida u objeto de especulaciones, que se vuelve 1467, en algunas fuentes indígenas, es decir, 1-acatl en el Xiuhpohualli, el calendario de los años. Esta fecha remite al nacimiento de Quetzalcoatl y a su muerte 52 años después, en Tlillan Tlapallan. Establece también la edad fatídica de 52 años para Motecuzoma en el año (real) de su muerte, en 1519.
El “orgullo” de Motecuzoma que podría haber sido un rasgo real de su carácter, se alinea también sobre los hechos mitológicamente configurados. Se asimila al orgullo del tolteca Huémac y a su desprecio de los alimentos tonacayotl después de su victoria sobre los dioses del agua en un juego de pelota ( tlachtli).

En un claro/oscuro histórico-mitológico se sitúa el deseo (históricamente establecido) de Motecuzoma de ir al Cincalco. En el libro XII del Códice Florentino los informantes indígenas de Sahagún refieren la intención del tlahtoani mexica de “huir” (frente a la invasión española) hacia el inframundo. Sus consejeros le señalan los cuatro lugares a donde van los difuntos en función de las modalidades de su muerte, en la mitología náhuatl: Mictlan, donde van los que mueren de vejez o de enfermedades no consagradas; Tlalocan, donde impera Tláloc el dios de la lluvia y a donde se dirigen los que mueren ahogados o de ciertas enfermedades de la piel; Tonatiuh ichan “la casa del sol”, el lugar celestial a donde se dirigen los guerreros muertos en combate o en sacrificio (de este a cenit) y las mujeres muertas en un primer parto, quienes llevan al sol del cenit al Oeste. Por fin está el Cincalco “el lugar de la casa del maíz”, lugar aparentemente “escogido” por Moctezuma.
Esta huida de Moctezuma hacia un lugar del inframundo, frente a Cortés/Quetzalcóatl que vendría a reclamar su trono, constituye una muerte, una muerte voluntaria y por tanto un suicidio.

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